«Práctica: El corazón de nuestro linaje», por Patricia Walden

(traducción de la entrevista realizada por Dallas Iyengar Yoga)

“Seguramente he dicho, que las asanas son mis oraciones. Ahora digo que la práctica es mi mantra. Práctica, práctica, práctica hace humilde a la inteligencia.” B.K.S. Iyengar.

Sadhana

Nuestro linaje se basa en Sadhana. Guruji consagró su vida a la práctica y el estudio de asana, pranayama y la filosofía del yoga. Por medio de su práctica, consiguió cosas excepcionales. Nos mostró lo que es posible cuando uno se dedica a la práctica del yoga. Había una energía palpable a su alrededor que era el resultado de sus prácticas diarias. Muchos de nosotros sentimos la electricidad la primera vez que le conocimos en persona. Su determinación de compartir el yoga con el mundo nos lo trajo, pero el fuego de su práctica es lo que nos acercó a él y prendió en nosotros el deseo de mantenernos a su lado. La práctica de Guruji nos incendiaba. Veíamos de lo que era capaz y esto nos daba una noción de lo que podríamos ser capaces, si solo nos entregáramos a nuestra practica con el mismo celo inquebrantable.

Mientras que practicar era la constante en la vida de Guruji, también veíamos los cambios en su práctica en el tiempo, y veíamos como el propio Guruji cambiaba. En los primeros días en el instituto, solía impartir intensivos de 3 semanas.  Llegábamos pronto antes de la clase y veíamos a Guruji practicar postura tras postura tras postura. La velocidad y la intensidad de su práctica se reflejaban en sus enseñanzas hacia nosotros. Levantaba la voz, gritaba y persuadía. Muchas veces, tras la clase, nos sentábamos en el banco fuera del instituto y nos preguntábamos si nuestras piernas serían capaces de llevarnos de vuelta a las habitaciones del hotel. Sentíamos como si nos hubieran escurrido y estábamos exhaustos – pero adorábamos cada minuto de ello y no podíamos esperar a volver al día siguiente.

A lo largo de los años, la enseñanza de Guruji cambió: Nos enseñaba menos posturas en cada clase, pero nos dirigía a penetrar en ellas con mayor refinamiento y sensitividad. Como solía decirnos, “Cuando era joven, jugaba; Ahora, me quedo”. Mientras que nuestra primera impresión al conocer a Guruji fue su naturaleza fiera, con el tiempo, el juego se transformó en luminosidad. Apuntaba al alma, y con los años, podíamos ver que sus prácticas le había conducido a una conexión profunda con la divinidad interior.  Veíamos cómo Guruji podría llegar a estar completa y totalmente absorto en una postura, donde el cuerpo y la respiración se volvían absolutamente tranquilos, y donde un simple momento podría extenderse hasta el infinito. En Guruji, veíamos que era posible vivir cada momento en un estado de Yoga.

BKS Iyengar en urdhva dhanurasana soportada

Guruji fue un ser extraordinario: Un Sadhaka que fue transformado por el yoga. Ahora sé que esta es una de las grandes bendiciones de mi vida –que tuve un guru que evolucionó. Cuando tu profesor se transforma, te lleva consigo. Mientras que profundizaba en su personificación, nos mostró que la transformación es posible a través de la práctica larga, ininterrumpida y dedicada. Al intentar emular su dedicación a la práctica, me mostró que era capaz de más de lo que creía posible. Cuando piensas que no puedes hacer algo, pero terminas por hacerlo, esto cambia realmente tu vida. A causa de su presencia, me motivé y fui capaz de atravesar esa voz que te dice “no puedes”. Eso me dio la confianza y la inspiración de trabajar de esta forma por mí misma. Porque Guruji cambió con el tiempo, me mostró que, con el tiempo, yo también podía cambiar.

Como estudiantes del linaje de Guruji, ¿Cómo nos podemos ayudar a nosotros mismos para alcanzar ese potencial? ¿Cómo podemos seguir su ejemplo para inspirarnos a practicar con todo nuestro corazón, con fé, valor y absorción? En este artículo quiero compartir algo de lo que he aprendido sobre la práctica en los últimos 35 años con la esperanza de que pueda ayudar a arrojar luz sobre tu práctica para que puedas ver como puede evolucionar con el tiempo.

En “El corazón de los Yoga Sutra”, Guruji nos dice que el efecto del Yoga depende de la motivación. Al principio, nuestras motivaciones son, a menudo, muy prácticas y orientadas hacia el cuerpo: Volvernos más fuertes, más flexibles, perder peso, ganar salud. Podríamos también querer calmarnos, reducir la ansiedad o escapar de una mente taciturna. Que empecemos con tales motivaciones no es una cosa mala. Nuestro deseo de “obtener algo de nuestra práctica de Yoga” puede darnos el primer impulso para practicar mientras que al principio aún tenemos dificultades con nuestra fuerza de voluntad. Quizá también tengamos motivaciones más profundas que la simple salud física y mental. Muchos de nosotros que nos iniciamos en el  Yoga en los 60, los 70, estábamos motivados por un deseo de iluminación, aunque, para ser honestos, no sabíamos exactamente qué era eso. Pero teníamos una sensación de que había una realidad más allá de nuestra identificación diaria con lo que nos gustaba y con lo que no, del éxito y el fracaso, y ese apetito por algo más nos llevó a aproximarnos al Yoga como práctica espiritual. Merece la pena reconocer que ese deseo de autorrealización aún existe en todos nosotros, aunque esté enterrado.

Con el tiempo, nuestras motivaciones cambian como cambiamos nosotros. O quizá sea más preciso decir que nuestras motivaciones se aclaran mientras nos volvemos más puros a través de la práctica. Descubrimos que las cosas que necesitamos  para ser felices en la vida cambian al desplazarnos desde lo externo (bajiranga) a lo interno (antaranga) a lo más íntimo (antaratma). Esto significa que si no consigues lo que quieres de tu práctica, mira hacia tus motivaciones. Aprende a estudiar, no solo cómo practicar, sino también por qué practicas. Estudiando tus motivaciones, podemos traer una intencionalidad a tu práctica de Yoga. Esto es capacidad en acción y es una de las cosas que distingue al practicante entregado (intenso) del casual. Al principio, es normal que nuestras motivaciones para practicar Yoga sean mundanas, a través de tapas (celo ardiente en la práctica), svadhyaya (autoestudio) e Isvara pranidhana (entrega a Dios) -lo que Guruji denomina shadana krama (progresión secuencial en la práctica)-, la práctica nos purifica de forma que nuestras cualidades rajásicas y tamásicas son controladas y sattva se convierte en dominante en nuestra naturaleza. Como resultado, nuestras motivaciones evolucionan de forma que nos llevan en la dirección de la felicidad duradera (sreyas) en lugar de los placeres pasajeros (preyas).

Tapas

“Tapas no es nada menos que el esfuerzo determinado en el sadhana.” -B.K.S.Iyengar

El establecimiento de una práctica de Yoga requiere fuerza de voluntad al principio. Por “práctica de Yoga”, me refiero a la práctica de asana ya que es donde la mayoría de los estudiantes empiezan, aunque Patañjali nos dice que yama y niyama deberían ir primero y asana debería progresar a pranayamapratyaharadharanadhyana y samadhi. Pero tal y como nos muestra Guruji, el cuerpo es el primer instrumento y practicar asana con entrega y determinación, nos ayuda a sobreponernos a nuestra naturaleza tamasica (perezosa). Por fuerza de voluntad, me refiero, en palabras de Guruji, “la disposición para hacer”.

Al principio, la disposición para hacer es intermitente. Vas a clase y te sientes totalmente inspirado; Te sientes como si realmente hubieras hecho algo. Pero entonces te vas a casa y el fuego no está ahí. Los estudiantes me dicen que adoran el Yoga y que sienten los beneficios de la práctica, pero que les resulta muy difícil practicar en casa.  ¿Por qué sucede esto? ¿es pereza? ¿es el reto de estar solo contigo mismo en silencio? Lo que mis estudiantes me dicen a menudo es que no saben qué practicar. Están acostumbrados a hacer asana con un profesor en clase diciéndoles qué hacer, pero es más difícil cuando están solos y no tienen la energía del grupo para arrastrarles con él. Además del asunto práctico de qué posturas practicar y cómo ejecutarlas, debemos desarrollar nuestra capacidad de concentración. Esto requiere tiempo.

En estos tiempos es posible que un estudiante de Yoga acuda a clases varias veces por semana, y evitar fácilmente practicar solo en casa. Mientras que, ciertamente, es mejor acudir a clases que no practicar en absoluto, por favor, entiende que para llegar a estar firmemente establecido en yoga, tienes que desarrollar tu propia práctica personal. Hay cosas que vienen a ti en tu propio antideslizante, cuando estás absorto en tu propia personalización, que no se presentan cuando estás en clase y tu mente está orientada hacia el exterior. Por esta razón animo a mis estudiantes cuando han pasado la fase de “luna de miel” inicial de acudir a muchas clases por semana, a fijar una o dos clases regulares por semana y después invertir esfuerzos desarrollando su práctica personal.

Al principio podemos quedar atrapados en un complejo diálogo interno.  “Ve y practica.” “¡No!” “¡Ve y practica!” “¡No!”. A veces negociamos con nosotros mismos. “De acuerdo, practicaré, pero déjame antes terminar de enviar estos emails importantes”. “No puedo practicar hasta que haya doblado la colada”. Piensa en toda la energía que gastamos en regatear con nosotros mismos, y piensa cómo sería si pudiéramos llegar a ser incondicionales sobre nuestra práctica de la misma forma que Guruji lo era. Pasara lo que pasara, estaba en la sala de práctica en el instituto cada día para que todos lo vieran. Incluso cuando estaba enfermo, practicaba. Incluso si estaba de viaje, practicaba.

La mayoría de la gente se lava los dientes antes de irse a la cama y cuando se despiertan por la mañana. Nunca se nos ocurre decir, “¡oh! Ya es tarde, mejor no me lavo los dientes”. Si pasa algo y tienes que retrasar  el lavado de dientes, te hace sentir incómodo hasta que puedes hacerlo.  Debería ser así con la práctica. Una vez que empiezas a practicar  todos los día, si hay un día que no puedes practicar, lo echas de menos. Lleva un tiempo establecer un samskara (impresión) saludable de práctica, pero cuando lo consigues, se vuelve tan incondicional como lavarse los dientes cada mañana. Las buenas noticias son que una vez que empiezas a conseguir practicar regularmente, eso reforzará tu voluntad de practicar más. Requiere tapas empezar a practicar, pero tapas refuerza tapas.

Al principio, necesitamos establecer estructuras en nuestro entorno que nos ayuden a practicar. Por ejemplo, considera tener un espacio en tu hogar dedicado al yoga. Durante muchos años, vi a Guruji practicar en la sala del instituto. Hasta este día, sentimos su vibración en ese espacio. Cuando practicas cada día en el mismo espacio en casa, ese espacio físico se dedica a la práctica. A medida que construimos la vibración del yoga en nuestras células, construimos la vibración del yoga en nuestro espacio en casa. Durante muchos años, vi a Guruji llegar a la sala de práctica, caminar hacia la pared de las cuerdas, dejar su temporizador, quitarse el dhoti, ir a la pared y hacer 10 minutos de Adho Mukha Svanasana. Ese era su ritual diario. Ver tal consistencia cada día no tenía precio.

Cuando vivía en un apartamento muy pequeño, practicaba en mi sala de estar. Cada mañana tenía que quitar las plantas y empujar el sofá hacia atrás. Despues de un tiempo, simplemente dejé las cosas de esa manera para no tener que hacer muchas cosas para prepararme para la práctica, todo estaba ya dispuesto. Cuando tu antideslizante está dispuesto, cuando tus mantas están ahí, tu práctica te está esperando.

En esos primeros días, el mover los muebles y las plantas, tomar el té y hacer mi práctica era mi ritual. En la acutalidad, un día típico para mí empieza de la misma manera: Empiezo estudiando el Yoga Sutra o cualquier texto que se relaciona con la filosofía del yoga durante una hora. Canto las invocaciones – los slokas de Patanjali y el Guru Stotraam– y empiezo mi práctica de pranayama.

Después de pranayama y Savasana, me siento un corto espacio de tiempo para sentir mi estado mental. Y entonces empiezo mi practica de asana, que no ceso hasta que he terminado. Esto se ha convertido en mi ritual diario tras 35 años. La práctica de yoga es el hilo que conecta todos los días de mi vida.

Les digo a mis estudiantes principiantes, primero comprometeos a practicar tres veces por semana. No es necesario que sea un tiempo largo- 15/30 minutos de práctica centrada para un principiante puede ser mucho y es más efectivo que dos horas de práctica distraída. Lo importante es hacerlo de forma consistente, preferiblemente en el mismo momento cada día. Por supuesto, la mayor parte de los practicantes de yoga son cabezas de familia y puede ser complicado  arañar un tiempo regular con compromisos cruzados con la familia y el trabajo. Guruji mismo hablaba sobre ser cabeza de familia y practicar. Cuando era un joven soltero, hacía asana cuando esperaba a que se cocinara el arroz. Después, como hombre de familia, Hacía su propia practica después de transitar en bicicleta por todo Pune para enseñar. Lo más importante, sin embrago, era que continuaba practicando mientras tanto.

A veces, una corta práctica ejecutada con consciencia concentrada puede ser más poderosa que una práctica larga sin un fin discernible a la vista. Lo más importante, como dice Geetaji es “encontrar tiempo para practicar y permanecer disponible tu mismo para la práctica”.

A veces tenemos un deseo espontaneo de practicar. Como joven practicante, estaba caminando por Harvard Square una tarde. Había estado trabajando en caer a Viparita Dandasana desde Sirsasana en mi práctica y no lo había conseguido. De pronto tuve una necesidad. Pensé, “puedo hacerlo”. Me apresuré de vuelta a casa y lo intenté tres veces, hasta que en el tercer intento lo conseguí. Fue una necesidad que tuve. Pensé “ahora puedo hacerlo” y lo hice. Deberíamos reconocer estos deseos súbitos para practicar como los samskara yóguicos activándose en nosotros. Cuando esto sucede deberíamos hacer lo posible por nutrir tales impulsos. Según se fortalecen los samskara yóguicos, los samskara tamasicos se debilitan hasta que la practica se converte en una forma de vida.

Al principio es muy útil practicar lo que aprendes de clase. Tómate tu tiempo para escribir notas sobre la secuencia y los puntos enseñados tras la clase para poder practicarlos después en casa. Ahora hay muchos libros disponibles con secuencias de práctica, pero cuando era una joven practicante, muchos de estos recursos aún no existían. Practicaba las secuencias que aprendí de Guruji en Pune. Después de la clase, mis compañeros y yo íbamos a comer e intentar recordar todo lo que nos había enseñado. Tan pronto como salíamos por las puertas del instituto, hablábamos de lo que Guruji nos había enseñado. Estabamos llenos de excitación y queríamos escribir nuestras notas inmediatamente antes de que se nos olvidara. Hasta el día de hoy, aún practico algunas de esas secuencias.

Cuando volvía de esos viajes, tenía que aprender cómo estructurar mi propia práctica en casa. En un principio, me proponía posturas para practicar. Una de las posturas más difíciles para mí fue Halasana. Me producía una tremenda sensación de quemazón en los riñones. Me prometí a mí misma que cada día iba a practicar Halasana, empezando con tres minutos y a ir alargando hasta los cinco. Esa fue mi primera introducción a tapas en casa. Con el tiempo, también me di cuenta de que para progresar, necesitaba compromiso con la practica de todas las familias de posturas de forma regular, no solo la de aquellas posturas que me gustaban. Viendo a Guruji aprendí a marcarme un calendario de practica de cada familiar importante de posturas a lo largo de cada semana y a seguir este calendario con disciplina.

Además de la regularidad de un calendario de práctica semanal, también aprendí cómo hacer planes a largo plazo para mi práctica. Una vez iba conduciendo con Dona Holleman y mi amigo Víctor Oppenheimer en Italia. En el coche, Dona estaba ocupada escribiendo algo en un cuaderno. Le pregunté en qué estaba trabajando y me dijo: “Estoy bosquejando mi práctica para el año que viene”. Entonces me mostró las posturas en las que se estaba centrando. Para alguien como yo, que no tenía una vida tan estructurada en ese momento, eso supuso una revelación.

Si quieres abordar una postura particular para mejorar, aquí hay varias formas de afrontar el proceso. Primero, estudia la forma de la postura. ¿Dónde empezó la preparación de esta postura? ¿Cuáles son las acciones necesarias para las diferentes partes del cuerpo y donde se enseñaban por primera vez esas acciones? Por ejemplo, considera la geometría de Urdhva Dhanurasana. Podemos ver que necesitamos la movilidad en las axilas y las ingles, así como fortalecer las piernas. Piensa en cómo Virabhadrasana I prepara las piernas (especialmente la pierna posterior con la extensión de la cadera), las axilas y la columna. Observa cómo Urdhva Mukha SvanasanaDhanurasanaUstrasana continúan con la preparación de la columna para la extensión hacia atrás, mientras que las posturas como Adho Mukha Vrksasana y Pincha Mayurasana ayudan a fortalecer los brazos y los hombros y a abrir las axilas. Practicando estas posturas durante un tiempo, estamos preparando Urdhva Dhanurasana incluso si no somos conscientes de ello. Necesitamos fortaleza en los isquitibiales para poder crear espacio para que se extienda toda la columna.

Todas las posturas de pie enseñan esta coordinación para que la columna reciba la acción de los brazos y de las piernas. En su momento, Urdhva Dhanurasana es la puerta hacia las extensiones avanzadas, así que mientras que podemos estar abordando Urdhva Dhanurasana a corto plazo, a largo plazo, apuntamos a Viparita DandasanaKapotasana y demás. Hay una tremenda riqueza en organizar la práctica personal alrededor de aspiraciones a corto y largo plazo. El efecto que tiene el comprometerse a una aspiración y seguirla hasta completarla tiene un efecto profundo sobre el cuerpo psicológico. Así es como he organizado mi práctica de asana habitualmente – abordando algo que es difícil y poniendo un esfuerzo continuado en la persecución de esa meta. No siempre supe si la alcanzaría o cómo me sentiría , pero casi siempre el efecto fue positivo y transformador. Haciendo esto, penetramos en partes de nuestro ser a las que no habíamos llegado antes. Este tipo de tapas nos enseña a ir más allá de los límites de nuestra mente y, como Guruji dice en Luz sobre la vida, “transcender el miedo, los apegos y la mezquindad”.

Svadhyaya

Patricia Walden en eka pada raja kapotasana IV

Cuando tapas queda establecido firmemente en nuestra práctica, motivado inicialmente por nuestro deseo de dominar las asanas, rápidamente nos damos cuenta de que para hacer progresos mantenidos, también tenemos que desarrollar discernimiento discriminatorio. No es suficiente tomar lo que se nos enseña en clase y practicarlo ciegamente en casa. Tenemos que descubrir cuánto de qué acciones se necesitan en nuestro cuerpo particular en este momento del tiempo. Tenemos que desarrollar una comprensión de las tendencias en nuestro propio cuerpo y mente y cómo aplicar las técnicas de asana para aportar un estado de equilibrio y consciencia integrada. Este tipo de auto-estudio (svadhyaya) es el corazón del método de yoga Iyengar.

Por ejemplo, cuando empecé a practicar Urdhva Dhanurasana, mi motivación inicial era que quería que mi postura se pareciera a la de Guruji. Me inspiraba la belleza del Urdhva Dhanurasana de Guruji. Pero cuando intentaba hacer Urdhva Dhanurasana, tras 30 segundos, mis muslos ardían. Solo estirar mis brazos y elevar mis piernas era un esfuerzo tremendo. La gente piensa que las extensiones siempre fueron fáciles para mí, pero en realidad, posturas como Urdhva Dhanurasana y Viparita Dandasana me resultaron difíciles durante mucho tiempo. Siendo débil, tuve que desarrollar fuerza y potencia en mis brazos y piernas para poder enroscar toda la columna, en lugar de solo doblarme por la mitad en la lumbar.

El proceso de autoestudio en las asanas nos enseña a usar nuestro esfuerzo hábilmente. En última instancia, tenemos que entender, con el tiempo, qué partes de nuestro cuerpo tienen que trabajar duro y que partes necesitan aflojarse. En particular, Guruji nos decía. “No tenséis en todas partes, especialmente en el cerebro”. En las etapas tempranas de la práctica, tendemos a tensar en todas partes, especialmente el cerebro. En cambio, Guruji nos advertía “¡No uséis el cerebro! ¡Despertad al cerebro de la axila! ¡Despertad el cerebro del pecho!”. Una de las enseñanzas principales de Guruji era llevarnos a despertar la inteligencia innata del cuerpo y usar esa inteligencia para hacer el asana, en lugar de usar el cerebro intelectual.

Trabajar de esta manera nos obliga a equilibrar la atención y la consciencia. Como Guruji enseñaba, la atención solo tiene una dirección: Usamos nuestra atención cuando llevamos la mente a enfocarse en una parte del cuerpo. La consciencia, en cambio, se dirige en todas direcciones. Cuando experimentamos los mensajes que el cuerpo nos envía en respuesta a una acción que hemos llevado a cabo, eso es consciencia.

En Luz sobre los Yoga Sutra de Patanjali, Guruji nos dice que en asana, empezamos con prueba y error. “A medida que progresamos, la prueba y el error decrecen y la percepción correcta se incrementa… la experimentación discriminatoria despierta la consciencia. La consciencia, con discriminación y memoria, destruye malos hábitos, que son acciones repetidas basadas en la percepción errónea, y los reemplaza con sus opuestos”.

Acercarnos a nuestra práctica diaria de esta forma, evita que sea mecánica. Más que confiar en recuerdos pasados de la postura de ayer, las abordamos cada día con una mente fresca. Para mí, la esencia de practicar de esta manera es preguntarse “¿Qué pasa cuando llevo mi atención a esta parte de mi cuerpo? ¿Qué pasa cuando hago una acción aquí? ¿Hasta donde puedo seguir los efectos de esa acción?” Haciendo la pregunta, empiezo el proceso de interiorizar la mente.

Por ejemplo, digamos que estoy haciendo Tadasana-Samasthiti. Primero llevo mi atención a la almohadilla del dedo gordo y al talón interno. Los presiono contra el suelo. Como resultado, me vuelvo consciente de todo el pie. Manteniendo esas acciones, me vuelvo consciente de mis tibias, que al principio se sienten “acuosas”. Como resultado de esta percepción, roto los gemelos internos hacia afuera y absorbo las tibias externas, lo que me hace sentir la firmeza de mis rodillas internas mientras que la sensación de “acuosidad” se vuelve una sensación de agudeza, claridad, nitidez. Siento la línea afilada desde mi rodilla interna hasta el perineo y aprecio que puedo llevar la energía de mis piernas hacia arriba hasta que se encuentra con el torso. Mi mente penetra hacia el interior. Viajo hacia arriba y veo hasta donde alcanzan esas acciones en el tronco. Me aseguro de que los laterales de la axila del pecho estén elevados, y que los hombros y las escápulas estén ajustados apropiadamente, y, como resultado, siento la fuerza vital llenando el pecho. Mientras hago estos ajustes, rastreo cómo una cosa lleva a la otra. Cuando las acciones se unen y se integran, tengo una sensación global de la postura. Voy más allá de la experiencia de las partes individuales.

Cuando trabajas de esta manera en cualquier postura, ¿sientes la mente penetrando hacia el interior según avanzas de parte a parte? ¿Cambia la cualidad de la mente misma en ese proceso de interiorización? Cuando eres consciente, tu mente está completamente en el presente. La consciencia abre nuestra mente y la expande de forma que se purifique y se transforme. En mi experiencia, cuando practico sinceramente con esta forma de indagación interna, experimento una sensación de enormidad interna que viene de la consciencia extendiéndose y expandiéndose sin limitaciones.

Esta comprensión – que la consciencia se puede purificar mediante el proceso de llevar el cuerpo y la mente al alineamiento – era la contribución singular de Guruji al Yoga. Entendió que asana podía ser un medio de transformar una vyutthana citta (una mente orientada hacia el exterior) en una nirodha citta (una mente contenida) – haciendo lo que solemos llamar un “cambio de sentido”. Según cultivamos y desarrollamos nuestra consciencia discriminante en la práctica, es inevitable que nuestras motivaciones para practicar cambien. “Hacer” el asana solo por el asana ya no es suficiente: nos vemos atraídos al estudio de nosotros mismos en el asana para alcanzar la consciencia.

Isvara Pranidhana

La esencia de svadhyaya es la escucha interna. Al escuchar los mensajes que el cuerpo nos envía y ajustar para que la inteligencia se distribuya uniformemente a través de todo el cuerpo, la consciencia cambia. Si al principio, el cuerpo habla alto y nos llama la atención acerca de esta sensación a aquella sensación, cuando ajustamos más hábilmente, lo que escuchamos más y mas mediante nuestra facultad de escucha interna es silencio interno. En silencio, nos volvemos absortos en el ser interno infinito.

¿Qué les sucede a nuestras motivaciones cuando hemos probado esta paz interna? Al principio, aceptamos que podríamos empezar nuestra práctica motivados por lo que la práctica puede hacer por nosotros. Practicamos porque queremos obtener algo, tanto si es una habilidad física como la paz mental. Pero ¿Qué pasa con los deseos egoicos cuando nos hemos purificado verdaderamente a nosotros mismos?

Geetaji una vez nos pidió que consideráramos, cuando Guruji practicaba 108 caídas de Tadasana-Urdhva Dhanurasana ¿Cúal era su motivación? ¿Estaba practicando Tadasana-Urdhva Dhanurasana para mejorar en sus extensiones? ¿lo empleaba como un régimen de “fortalecimiento”? No. La práctica de Guruji, nos dijo, era su upasana. Estaba practicando como un acto de devoción. Estaba ofrencendo su tapas a los pies del Señor.

¿Qué significa para nosotros, practicar como un acto de devoción espiritual? En algún punto, ya no practicamos para conseguir algo. Con el tiempo nuestras motivaciones egoístas cambian hasta que la práctica deja de tener un objetivo. La devoción no aparece porque tu postura es perfecta. Es el resultado de años de práctica, de aprender a interiorizar tu consciencia: Proviene del desapego supremo. Proviene de la comprensión de los espacios entre la acción. Como Prashant ha dicho, yogāsana empieza cuando las acciones se paran.

En Luz sobre la vida, Guruji nos dice, “Cuando haces el asana correctamente, el Sí-mismo se abre por sí mismo; esto es el yoga divino. Aquí el Sí-mismo está haciendo el asana, no el cerebro ni el cuerpo… Cuando los ríos de la mente y del cuerpo se sumergen en el mar del corazón, la disciplina espiritual empieza.” Este aspecto de la práctica no es algo que podamos forzar, dice Guruji. La práctica se vuelve más devocional cuando somos capaces de quedar absortos en el silencio interior.

Cuando practicamos de esta forma por un periodo prolongado de tiempo, nuestra relación con el cuerpo cambia. Al madurar en nuestra práctica, empezamos a tratar al cuerpo con reverencia. Lo vemos como un vehículo Sagrado. Tal y como Guruji dijo en un intensivo, empezamos a tratar cada parte del cuerpo como una joya preciosa. Esto no es lo mismo que tener apego al cuerpo. Más bien, llegamos a entender que, al envejecer, el cuerpo cambiará inevitablemente. Las cosas que fueron fáciles cuando éramos jóvenes se pueden volver más difíciles con la edad. Reconocer la transitoriedad del cuerpo es lo que lo hace precioso y nos lleva a tratarlo como si fuera sagrado. Desarrollamos una gratitud tremenda por lo que nuestro cuerpo puede hacer por nosotros en este momento. Nuestra mente se transforma cuando tenemos este tipo de relación con nuestra encarnación.

Si quieres explorar cómo el silencio puede dirigirte hacia esta experiencia del yoga divino, considera cómo acercarte a la práctica de savasana y pranayama. A menudo los debutantes no practican savasana en casa, pero es una de las posturas más importantes para nosotros que hay que hacer cada día. Guruji decía a menudo que “Savasana está a mitad de camino de samadhi”. Savasana es un proceso de mudar, como una serpiente que muda su piel. En savasana, mudamos las muchas capas de pensamientos, preconcepciones, deseos y miedos que conforman nuestra identidad superficial. Cortamos los hilos que nos atan para que “ni el pasado ni el futuro vulneren o mancillen el presente”. Vamos más allá del tiempo cronológico y psicológico y quedamos absortos en el presente.

Cuando llegamos a ser capaces de morar en el silencio interno de savasanapranayama se vuelve posible. De esta forma, Savasana no es un fin, sino un inicio.  A través de pranayama, refinamos nuestro foco interno, al tener que usar nuestra mente sutil para ajustar. Si asana empieza con la mente externa, pranayama nos lleva a una envoltura más profunda. Guruji nos dice que para hacer pranayama, debemos “comprender el arte de rendir la inteligencia y la fuerza de voluntad del asiento de la cabeza hacia el asiento del corazón”. De esta forma, pranayama es el camino de la devoción.

Hoy en día, casi siempre practico pranayama antes de asana, y con los años, he notado que la mente que llevo a mi práctica de asana es más interna cuando sigo este tipo de secuencia. Como resultado, abordo asana desde un lugar mucho más interno. Afecta a la clase de esfuerzo que empleo y a mi sensitividad. Cuando trabajo de esta manera, mi práctica sucede no desde la fuerza de voluntad del cerebro, sino desde la gracia que fluye desde el asiento del corazón. Para practicantes con una práctica asentada de pranayama, recomiendo practicar de esta forma para que lleven su sadhana a una dimensión más profunda.

Guruji nos mostró que la practica de una vida es un viaje desde la periferia hasta el núcleo. Empezamos con el cuerpo – nuestro primer instrumento – pero no deberíamos quedar atrapados en la envoltura externa para siempre. El auto-estudio en asana y pranayama es un proceso de involución que nos capacita para penetrar a través de las capas de nuestro ser, integrándonos para que la consciencia se extienda desde la capa más interna de la piel hasta el asiento del alma.

BKS Iyengar y Patricia Walden

Al reflexionar sobre mi propia vida de práctica, veo como practicar siguiendo el ejemplo de Guruji, me ha cambiado. Cuando estoy completamente absorta en un asana, cuando rindo la inspiración a la exhalación, cuando estoy en silencio en savasana, cuando mi mente está clara, siento paz en mi corazón. Siento plenitud dentro y plenitud fuera y eso me recuerda lo que era estar en presencia de alguien que dedicó toda su vida a la práctica de yoga. En presencia de Guruji, sentí un amor que irradiaba desde su mismo ser. Aquel amor atravesó mi ego y fue directo a mi corazón. Mi práctica mantiene esa sensación viva en mí. Me hace sentir una tremenda gratitud por haberme encarnado como un ser humano. Y gratitud a Guruji por mostrarme el camino.

Esta es una traducción del artículo original en inglés. Cualquier error que pueda haber será nuestro y por ello, os pedimos disculpas.

Puedes leer la entrevista original en: https://dallasiyengaryoga.substack.com/p/practice-the-heart-of-our-lineage?utm_campaign=post&utm_medium=web

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