¿Cómo será mi clase de yoga prenatal?

El embarazo es una etapa asombrosa llena de cambios constantes. Durante las aproximadamente 40 semanas que dura el embarazo, ya que hay bebés que deciden nacer antes y otros después, la mujer va a ver cómo su cuerpo evoluciona y se transforma, no sólo a nivel físico, sino también a nivel mental y emocional. A lo largo de estas semanas se agudiza la intuición y estamos más atentas a nuestras sensaciones. Si estás embarazada, la práctica de yoga prenatal te puede ayudar a ser más consciente de estos cambios y a preparar el cuerpo durante el embarazo y el parto. Con este artículo, queremos hacerte llegar más información sobre cómo será tu clase de yoga prenatal en Centro Mushin.

En la Escuela de Yoga Mushin estructuramos las clases de yoga prenatal de forma que al inicio de las sesiones hacemos una primera toma de contacto con el momento presente y con cómo nos encontramos. Después despertamos el cuerpo con estiramientos suaves y movimientos fluidos que lo van a preparar para las diferentes posturas (siempre adaptadas al embarazo y que persiguen un objetivo claro: alargar la espalda, fortalecer las piernas, etc.). Hacia el final de la clase se preparan posturas más restauradoras, que nos llevarán progresivamente a la calma y a la relajación final.

El movimiento, por tanto, es uno de los grandes protagonistas de la clase y va a proporcionarnos hidratación articular y fortaleza muscular, con posturas fluidas, respetuosas y amables con el cuerpo. En definitiva, se trata de lograr movernos de un modo consciente y desde una base sólida que nos proporcione la estabilidad que necesitamos, facilitando que la columna se alargue, creando espacios para el bebé y dejando que el vientre “flote” y se relaje.

La respiración adquiere una importancia máxima en la clase, ya que sin alterarla ni modificarla, dejaremos que salga de manera natural. La respiración y el movimiento se acompañan para crear un estado corporal de libertad, en el que notaremos cómo cada vez es más fácil movernos y cómo eso nos lleva al momento presente. Cuando la respiración fluye en libertad, el cuerpo también se mueve en libertad.

Además de asana, movimiento y respiración, la clase de yoga es un momento de conexión con una misma y con el bebé, conexión en cada trabajo de asana y en cada momento de relajación. El embarazo está repleto de emociones (alegría, miedo, sorpresa, nerviosismo, etc.) y es en esos momentos de intimidad con una misma, en los que puedes acercarte más a esas emociones, a entenderlas y a aceptarlas como parte del proceso. El instinto para maternar está ahí, en cada célula de nuestro cuerpo, todas lo poseemos de manera natural y sólo hay que dejar que salga y vivirlo.

Pero si hay algo que, en lo personal, valoro más de estas clases es, sin duda, el contacto con otras mujeres que están en tu mismo momento, sintiendo cosas similares y experimentando multitud de sensaciones, a las que a veces ni se les puede poner nombre. Ese primer contacto, puede ser el comienzo de una red de mujeres, que puede extenderse al postparto y a la crianza.

Las clases de yoga prenatal serán un espacio para compartir, aprender y disfrutar.

Tanto si has practicado yoga, como si no, las clases específicas de yoga prenatal o yoga para el embarazo pueden resultarte muy útiles para llevar un embarazo más saludable y sentirte más autónoma en el momento del parto. 

Firmado: Ángeles Bravo, profesora especializada en Yoga para la mujer, embarazo, parto y postparto.

Mi reencuentro con Tadasana

Tadasana de Iyengar

Me gusta hablar de esta postura porque es sinónimo de hablar de mis comienzos en el yoga tal y como lo entiendo ahora. Con esta entrada quiero contaros mi primera vivencia con el Yoga Iyengar a modo de introducción. Metodología en la que nos basamos para desarrollar nuestras clases de yoga en Parla.

Deciros que antes de esa primera clase de Yoga Iyengar había asistido a clases con diversos profesores. En general, todas me habían gustado aunque sí es cierto que con unas me sentía más identificada que con otras. Hacía unos meses, había cambiado de trabajo y eso me hizo tener que buscar otro centro de yoga donde poder practicar. Por suerte, la oficina estaba cerca de mi casa así que me dije: Bueno, por lo menos estoy cerca y si me gusta y vuelvo a cambiar de trabajo, me será más fácil mantenerme en esta escuela. Es así como conocí al profesor que me acercó a las enseñanzas de B.K.S. Iyengar.

Era mi primer día y tras hacer algunas posturas de preparación previas a la práctica, tocó realizar Tadasana. Inicialmente, no sabía qué postura sería ya que hasta la fecha conocía únicamente las asanas por su nombre castellano o inglés, así que rápidamente miré a mis nuevos compañeros y me dije: ¡Ah! Esta es fácil… Pero, estaba equivocada.

La había practicado alguna vez pero no más de unos segundos como paso inicial para alguna otra asana. No recordaba en aquel momento que me hubieran explicado con anterioridad la técnica minuciosamente, así que me coloqué tal y como lo había hecho hasta el momento. Entonces escuché al maestro decir: Juntad pies, abrid los dedos de los pies, elevad rótulas, muslos hacia el interior, caderas contraídas, la pelvis gira y el abdomen intenta tocar las lumbares, dorsales hacia delante, subimos el pecho, sin crear lordosis en la parte baja de la espalda, alineación de cuello, hombros sin tensión… Y después siguió con la cara, la mirada y la respiración… lo que a simple vista me había parecido una posición sencilla, requería poner atención a un sinfín de detalles.

No continuaré con temas técnicos sobre Tadasana pero lo expongo aquí como una de mis experiencia. Cómo al principio nos encontramos encima de un antideslizante escuchando un número de acciones que en muchos casos ni comprendemos. Cómo con la práctica vamos entendiendo e interiorizando ciertas directrices para poder pasar a otra. Siguiendo con la práctica nos vamos dando cuenta que aquello no es sólo un tema técnico, sino que esa es la punta del iceberg. Vamos teniendo más consciencia de zonas de nuestro cuerpo, vamos sintiendo la respiración, observando nuestras limitaciones y viendo cómo las afrontamos. En definitiva conociéndonos mejor.

Dándonos cuenta que el objetivo inicial con el que empezamos a practicar se ha modificado muchas veces y se seguirá modificando. Y buscando e intentando aplicar finalmente que el camino no consiste en marcarse objetivos o intenciones. Es algo mucho más amplio.