Yoga y confinamiento: Qué aprender de este periodo

yoga y confinamiento

Queremos comenzar esta entrada con una cita de Abhijata Iyengar. En ella habla sobre el periodo de confinamiento durante la pandemia del Covid 19, más exactamente de la responsabilidad que tenemos ante esta situación y como se vincula con la práctica de asana.

«Se trata de responsabilidad. Ver, pensar sobre todas las reacciones de nuestras acciones. No podemos hacer lo que nos parezca. ¡Oh! Quiero ir, quiero ser indulgente, quiero salir, quiero hacer lo que quiera, es mi libre albedrío, es mi vida. No, no es sólo tu vida. Esta pandemia nos ha mostrado que no eres tú solo, no soy yo sola, no es India, no es UK, es el mundo entero, es toda la civilización. Así que esas acciones que hacemos, debemos tener presente cuáles son las reacciones. Guruji dijo: cuando vais a asana no os dejéis arrastrar por las acciones sino entended cuáles son las reacciones. Lee las reacciones y después convierte estas reacciones en acciones. Acción-Reacción. Eso te hará progresar. Si te quedas atrapado en las acciones, estarás muerto en ese espacio sin poder moverte hacia delante. Así que ahora, la mayor enseñanza que nos está dando esta pandemia es que somos responsables de todos aquellos que están a nuestro alrededor. Todo lo que haces es por ti, todo lo que haces es por la sociedad y todo lo que haces es por la naturaleza. Estas tres cosas coexisten simultáneamente y como estudiantes de yoga necesitamos ser conscientes de ello porque, por ejemplo, Parsvottanasana nos da esa magnífica lección. ¿En qué? El ajuste del pie no es sólo para sí mismo, ese ajuste es para él mismo; es también para la sociedad, para la pierna, para el tronco, para la espalda; y es para la naturaleza, para la mente, para la respiración.»

(Abhijata Iyengar)

Por lo tanto, Abhijata Iyengar llama la atención al concepto que debemos tener todos de responsabilidad. Pero lo une a un concepto que en otras ocasiones ha mencionado, el de la sensibilidad.

Nos dice que, como insistía Guruji, debemos practicar desde la sensibilidad. Una sensibilidad que entendemos como observación y escucha de nuestro cuerpo. Una escucha que nos permitirá sujetar nuestros sentidos para que se vuelquen hacia el interior. Y con esa presencia de los sentidos y la consciencia busquemos el ajuste interior a través del entendimiento de las reacciones. Que ese ajuste nos lleve al alineamiento. Y como tantas veces nos repetirán los maestros, sentir que el alineamiento es iluminación. Como a ellos les gusta expresar: «Alignment is Enlightenment«.

¿Cómo entender la conexión: ajuste – sensibilidad – responsabilidad?

Dependiendo de nuestro nivel de práctica, albergaremos en nuestra memoria más o menos ajustes o detalles técnicos para ejecutar un asana, a los cuales recurriremos cuando estemos practicando en casa. Y en este punto, nos podríamos preguntar: ¿qué son todos esos detalles? Pues esos detalles no son más que procesos mentales con los que transformar una simple postura en un asana. Pero entonces cabría cuestionarse qué hacer: ¿Nos centramos en los ajustes o en la sensibilidad? Bien, la respuesta es otra pregunta ¿Acaso son cosas incompatibles? Claramente no.

Intentaré explicarlo: podemos decir que tenemos varios elementos que unir dentro del campo de «juego»:

  • El nosotros: con cuerpo, mente y alma
  • La postura: que se debe transforma en asana
  • El asana: soporte o herramienta a través de la cual alcanzar un estado de conocimiento, de iluminación
  • La Iluminación / Samadhi: un estado de Unión, el estadio superior del Yoga
  • El alineamiento: a través del cual llegamos a la iluminación
  • El ajuste: esencial para conseguir un alineamiento

Por lo tanto, como practicantes de yoga buscamos alcanzar ese estado de «iluminación», de autoconocimiento, de unión… es decir, ese estadio final del Yoga. Para lograrlo, contamos con una herramienta que es «asana», traducida normalmente como postura pero que en sí implica algo más que una simple forma. Para que esa postura sea asana debemos realizar unos ajustes conscientes que nos permitan alcanzar un alineamiento.

Con lo cual, el primer paso a la hora de trabajar con asana podríamos decir que son los «ajustes conscientes», es decir, no solo debe haber ajuste sino que éstos deben ser conscientes. Y es aquí donde reside la unión entre sensibilidad y ajustes.

Vayamos primero a entender el termino ajuste. Podríamos decir que éstos pueden ser de dos tipos:

  • Aquellos que nos indica un/a profesor/a y nosotros ejecutamos
  • Aquellos que encontramos nosotros mismos a través de la práctica

Como podéis ver uno no suprime al otro. De hecho, la evolución está en combinar los dos. Si solamente escuchamos a nuestro profesor dar indicaciones y nosotros las realizamos sin sentir lo que estos ajustes nos aportan (no solo a ese punto en concreto de nuestro cuerpo que ajustamos sino la repercusión que conlleva en otras partes, en la respiración, en nuestra mente…) no estaremos en asana. Si por otro lado, hacemos únicamente una práctica autodidacta enfocándonos en las sensaciones en la postura y desde ahí buscar los ajustes, no digo que sea imposible, porque no lo es, pero creo que muy pocos podrán llegar lejos.

Por lo tanto, creo que la belleza está en el vínculo de las dos opciones. Creo que se hace necesaria la guía de un profesor, porque al final, lo que nos va a transmitir es su proceso mental durante la ejecución de un asana, que a su vez vendrá determinada por dos elementos, la herencia de su maestro y su sensibilidad al practicar.

Sin embargo, una vez que entendemos esas indicaciones que vienen de fuera, debemos procesarlas imprimiendo nuestra consciencia, nuestra forma de entender, procesar y ejecutar, porque aunque el fin sea el mismo (el alineamiento), unas personas y unos cuerpos entenderán mejor un camino que otro. Y es en este punto donde se enmarca el termino «ajuste consciente» o «sensibilidad».

Por ello, más que nunca debemos hacernos responsables de nuestra práctica y que a través de la sensibilidad y la responsabilidad podamos no solo avanzar en nuestra práctica de asana sino también en la forma de afrontar cada situación en la que nos embarcamos. Da igual que esa experiencia la hayamos elegido nosotros o que se nos haya impuesto, porque nuestra actitud debe incorporar los términos responsabilidad y sensibilidad, acción y reacción.

Sobre Yoga Iyengar

sobre Yoga Iyengar - cartel rimyi

Intentar explicar qué es Yoga Iyengar resulta una tarea complicada puesto que en mi opinión solo lo podemos entender cuando lo practicamos regularmente y comenzamos a percibir las sensaciones que nos aporta su práctica. Sin embargo, me gustaría dedicar este artículo a exponeros, en la medida de mis posibilidades, conceptos esenciales sobre este Arte que redirigió mi vida.

Se pueden encontrar muchas definiciones, entre las que predominan las siguientes: «yoga de los soportes«, «yoga del ajuste y la precisión«, «yoga físico«. Sin embargo, estas afirmaciones están muy alejadas de lo que se debería entender por Yoga Iyengar.

Así pues, lo primero que tendríamos que preguntarnos es: ¿De dónde surge el concepto Iyengar?

B.K.S. Iyengar, Guruji

Para ello, hay que remitirse al maestro Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar o Guruji, como le llamamos los practicantes del método. B.K.S. Iyengar comenzó a practicar yoga a los 15 años de la mano de su gurú -y también cuñado- Sri T. Krishnamacharya. Con el tiempo, fue desarrollando un entendimiento propio del yoga, lo que llevó a que sus alumnos comenzaran a referirse a su método como Yoga Iyengar.

Para él, «el yoga une el alma con el cuerpo y el cuerpo con el alma. La práctica yóguica tiene por objeto aprender a vincular cuerpo y alma con el hilo de la consciencia» (Esencia del Yoga, vol. 2). Por lo tanto, su visión no es diferente de la que puedan tener otros maestros. De hecho, como él mismo señalaba: «tal vez los principios yóguicos de mi forma de presentación y los métodos de otros difieran en cuanto a su adaptación, pero el yoga es el mismo» (Esencia del Yoga, vol. 7).

Por lo tanto, ¿en qué se caracteriza este método? Tal y como me han transmitido y he podido estudiar durante estos años, busca la expansión de la consciencia a través de la práctica de asana, pranayama y pratyahara, los cuales no dejan de ser herramientas para alcanzar esa unión a la que se refería el maestro entre alma y cuerpo y viceversa.

Principios del yoga Iyengar

Alineamiento y precisión

Uno de los principios fundamentales es la búsqueda del ajuste para alcanzar un alineamiento, que en palabras del maestro supone lo siguiente: «el alineamiento deliberado, madurado, conduce a la precisión, y la precisión es un estado divino en el que el practicante experimenta cómo la fuerza cósmica se une a la fuerza individual. En mi experiencia, la precisión es el punto de unión del alma individual con el Alma Universal» (Esencia del Yoga, vol. 7).

Así pues, el ajuste requiere una práctica repetitiva (pero no por ello monótona) que permitirá acceder a ajustes cada vez más sutiles con los que poco a poco desarrollar ese sentimiento de unión antes referido.

Por lo tanto, es obvio que en el camino del yoga se trabaja con el cuerpo, el cual se va volviendo paulatinamente más flexible, resistente, alineado y calmado. Eso sí, no hay que olvidar que estas virtudes no son el fin último del yoga. De hecho, al mismo tiempo que se moldea el cuerpo, también lo hace la mente, adquiriendo esas mismas cualidades. De esta forma, a través del esfuerzo y la disciplina, la unión entre cuerpo y mente permitirá ampliar nuestra consciencia y adquirir poco a poco un mayor autoconocimiento.

El arte de secuenciar

Por otro lado, hay que destacar otro principio importante: la creación de secuencias. Cuando Guruji hablaba de vinyasa (cuyo significado es colocar en orden secuencial) comentaba lo siguiente: «A fin de practicar asana, pranayama o dhyana, hay que concebir una idea acerca del trabajo que se va a realizar y luego, una especie de disposición, articulación y puesta en práctica» (Esencia del Yoga, vol. 2).

En este sentido, al diseñar una secuencia se suele centrar la atención en un objetivo específico. Así, en cada sesión existe la posibilidad de avanzar en el ajuste y alineamiento de aspectos concretos del cuerpo y de la mente. De esta forma, practicando con la profundidad de estudio que se propone en cada serie, se puede conseguir integrar el conocimiento adquirido y de ese modo alcanzar un mayor entendimiento de nosotros mismos.

Para lograrlo, uno de los recursos diferenciadores del método es el uso de soportes.

Los soportes como herramienta de estudio

uso de soportes en Yoga Iyengar

Finalmente, una de las herramientas características de la práctica de Yoga Iyengar es el uso de soportes. En este caso, cabe señalar dos aplicaciones principales. En primer lugar, como ya se ha comentado anteriormente, los soportes son herramientas con las que se cuenta para poder profundizar en ciertos detalles de la práctica. Y en segundo lugar, su uso permite adaptar la práctica, por un lado, a aquellos practicantes que puedan tener alguna limitación de movilidad, y por otro lado, a todos los que de otra manera no podrían acceder a ciertas posturas.

Por lo tanto, y como conclusión, el Yoga Iyengar se caracteriza por la utilización de diversas herramientas y principios que lo diferencian de otros métodos. Pero si algo lo define es la integración de todo nuestro ser a través de la práctica consciente de asana, pranayama y pratyahara. Como comentaba Guruji:

«Utilizo el cuerpo como un templo para que el morador interior resplandezca en la vida. Por lo tanto, mi énfasis en asana tiene por objeto crear una atención total, de manera que la mente periférica se transforme en la mente profunda, para así acercarse al Sí-mismo» (B.K.S. Iyengar)

Mi reencuentro con Tadasana

Tadasana de Iyengar

Me gusta hablar de esta postura porque es sinónimo de hablar de mis comienzos en el yoga tal y como lo entiendo ahora. Con esta entrada quiero contaros mi primera vivencia con el Yoga Iyengar a modo de introducción. Metodología en la que nos basamos para desarrollar nuestras clases de yoga en Parla.

Deciros que antes de esa primera clase de Yoga Iyengar había asistido a clases con diversos profesores. En general, todas me habían gustado aunque sí es cierto que con unas me sentía más identificada que con otras. Hacía unos meses, había cambiado de trabajo y eso me hizo tener que buscar otro centro de yoga donde poder practicar. Por suerte, la oficina estaba cerca de mi casa así que me dije: Bueno, por lo menos estoy cerca y si me gusta y vuelvo a cambiar de trabajo, me será más fácil mantenerme en esta escuela. Es así como conocí al profesor que me acercó a las enseñanzas de B.K.S. Iyengar.

Era mi primer día y tras hacer algunas posturas de preparación previas a la práctica, tocó realizar Tadasana. Inicialmente, no sabía qué postura sería ya que hasta la fecha conocía únicamente las asanas por su nombre castellano o inglés, así que rápidamente miré a mis nuevos compañeros y me dije: ¡Ah! Esta es fácil… Pero, estaba equivocada.

La había practicado alguna vez pero no más de unos segundos como paso inicial para alguna otra asana. No recordaba en aquel momento que me hubieran explicado con anterioridad la técnica minuciosamente, así que me coloqué tal y como lo había hecho hasta el momento. Entonces escuché al maestro decir: Juntad pies, abrid los dedos de los pies, elevad rótulas, muslos hacia el interior, caderas contraídas, la pelvis gira y el abdomen intenta tocar las lumbares, dorsales hacia delante, subimos el pecho, sin crear lordosis en la parte baja de la espalda, alineación de cuello, hombros sin tensión… Y después siguió con la cara, la mirada y la respiración… lo que a simple vista me había parecido una posición sencilla, requería poner atención a un sinfín de detalles.

No continuaré con temas técnicos sobre Tadasana pero lo expongo aquí como una de mis experiencia. Cómo al principio nos encontramos encima de un antideslizante escuchando un número de acciones que en muchos casos ni comprendemos. Cómo con la práctica vamos entendiendo e interiorizando ciertas directrices para poder pasar a otra. Siguiendo con la práctica nos vamos dando cuenta que aquello no es sólo un tema técnico, sino que esa es la punta del iceberg. Vamos teniendo más consciencia de zonas de nuestro cuerpo, vamos sintiendo la respiración, observando nuestras limitaciones y viendo cómo las afrontamos. En definitiva conociéndonos mejor.

Dándonos cuenta que el objetivo inicial con el que empezamos a practicar se ha modificado muchas veces y se seguirá modificando. Y buscando e intentando aplicar finalmente que el camino no consiste en marcarse objetivos o intenciones. Es algo mucho más amplio.